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Sobre las elecciones de concejales y juntas parroquiales.

Siempre que tengo la oportunidad de dirigirme a un público y el tema se presta para la dinámica, les pregunto: ¿Cuántos de ustedes conocen al concejal que pertenece a su circuito electoral?, ¿Cuántos conocen al integrante de la Junta Parroquial que corresponde a su parroquia? y por último ¿Cuántos de ustedes han promovido, participado o al menos han oído de alguna sesión o asamblea de ciudadanos en la cual los Concejales y miembros de Juntas Parroquiales rindan cuenta a sus electores?.

Las respuestas siempre son preocupantes, porque evidencia que hay poco interés de los ciudadanos por monitorear a sus elegidos en el ámbito local o tal vez poco interés de esos elegidos por conectarse permanentemente con sus electores aún cuando tiene la obligación legal de hacerlo. Esta realidad varia un tanto en el interior, no mucho debo advertir, pero allí donde el poder central y la presencia de los líderes nacionales es distante geográficamente, entonces la presencia de los concejales tienen un poco más de relevancia, pero igual no hay una gran diferencia en cuanto al distanciamiento que hay entre ciudadano y municipio, ciudadano y gestión local.

Esto que llamo distanciamiento debe tener una razón, es decir, algo debió habernos pasado como sociedad porque por décadas, allá en el siglo pasado, hubo un tiempo en el que ser concejal revestía una posición de honor, de reconocimiento y de importancia. Hoy es simplemente un cargo más de un integrante de un partido para votar a favor o en contra de algún tema que se someta a la consideración de los que han sido elegidos, que independientemente del interés o no de los vecinos, siempre esas decisiones tendrán impacto en la dinámica local.

El distanciamiento entre vecino y municipio es preocupante, porque reviste una debilidad importantísima más cuando vivimos un momento histórico donde se enfrenta la tradicional organización político territorial con un nuevo diseño integrado por Comunas, Ciudades Comunales y Distritos Motores.

La poca identidad del vecino con las instituciones que gobiernan el destino de su municipio, conduce a que realmente poco importe si se llama comuna o municipio, parlamento comunal o concejo municipal, ordenanza o carta comunal, Consejo Local de Planificación o Consejo Comunal de Planificación y Justicia de Paz o Justicia Comunal.

Esa indiferencia a las instituciones locales y en particular a los Concejales y Miembros de Juntas Parroquiales, a quienes muchas veces los propios ciudadanos ni siquiera identifican con nombre y apellido, permite que un asunto público y político del interés local sea decidido sin contar para ello con el tan mencionado principio de participación y protagonismo ciudadano, sin que ello genere la más mínima reacción de la sociedad en general; me refiero a las elecciones para renovar concejales y juntas parroquiales, las cuales debieron haberse realizado en el año 2009, pero que gracias a una reforma legislativa quedó prevista para el segundo semestre del 2010.

El segundo semestre del 2010 está pasando y poco tiempo queda para que expire sin que se haya hecho tal convocatoria a elecciones locales para concejales y juntas parroquiales, como lo establece la reforma de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal; lo que si se ha dicho, no creo que oficialmente, es que esas elecciones locales se realizarían en el primer trimestre del año 2011 y por supuesto dada la distancia del vecino con respecto a los asuntos locales, son pocos los que alzan su voz en exigencia del respeto a la soberanía popular que en el 2005 eligió a esas autoridades locales y que nunca fue consultada para que ese mandato se extendiera hasta el 2011 como aparentemente será.

Preocupa que lleguemos a un 2011 con un CNE que en uso de su atribución legal, según el artículo 82 de la reforma a la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, decida mediante acto motivado y con la aprobación de la mayoría calificada de sus integrantes, unir las elecciones de concejales y juntas parroquiales a las elecciones nacionales del año 2012, convirtiéndolas en una nueva Megaelecciones.

Las elecciones locales para Concejales y Miembros de Juntas Parroquiales tienen que ser separadas, porque sólo de esa manera podremos contribuir a recuperar un segundo espacio para el debate plural y para que desde esa instancia legislativa local se pueda elevar el llamado a respetar la descentralización como diseño del Estado que nos exige la Constitución.

Tan importante fue la elección de los diputados para la Asamblea Nacional, como importante debe ser la elección de los Concejales para ir recuperando espacios plurales, tolerantes e incluyentes que cooperen desde sus ámbitos de actuación como centros para exigir legítimamente respeto a las instituciones y a la Constitución.

Permitir que las elecciones de concejales y juntas parroquiales se unan a las elecciones nacionales y a la de los Alcaldes, sería un error, pues entonces perderían su importancia política y estratégica, pues pasaría a ser un voto más dentro de una gama de votos donde el más importante es el Presidencial. Y si llegan a realizarse las elecciones de manera separadas, las mismas constituirán un gran reto para la oposición nacional, en especial cuando han sido las elecciones que tradicionalmente menos interés despierta en el vecino.

Carlos Romero.

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