Tomás Straka nos dice: “Desde 1810 estamos convocando elecciones. Es una tradición que ha vencido las más variadas adversidades.” Advierte que nunca “hemos dejado de de cumplir con el rito de votar, que a partir de 1945 empezó a ser más que eso, un simple rito”. Agrega además en un artículo publicado en la revista Desafíos de la Historia, No. 30, que “algo en nuestros valores sobre lo que es y sobre lo que debería ser una república hay en los comicios que nos impidió renunciar a ellos. Algo que brota con toda su fuerza en la revolución democrática de mediados del siglo XX que se extiende hasta hoy”. Esta dinámica de votar prácticamente todos los años, va agotando al ciudadano, pero además, el reconocer que para algunos el voto tiene un valor monetario, como producto de una manipulación grosera ante la necesidad humana, puede llegar a convertir ese deber cívico en un ritual necesario para que tengamos un rostro de democracia. Hoy ...