Tomás Straka nos dice: “Desde 1810 estamos convocando elecciones. Es una tradición que ha vencido las más variadas adversidades.” Advierte que nunca “hemos dejado de de cumplir con el rito de votar, que a partir de 1945 empezó a ser más que eso, un simple rito”. Agrega además en un artículo publicado en la revista Desafíos de la Historia, No. 30, que “algo en nuestros valores sobre lo que es y sobre lo que debería ser una república hay en los comicios que nos impidió renunciar a ellos. Algo que brota con toda su fuerza en la revolución democrática de mediados del siglo XX que se extiende hasta hoy”.
Esta dinámica de votar prácticamente todos los años, va agotando al ciudadano, pero además, el reconocer que para algunos el voto tiene un valor monetario, como producto de una manipulación grosera ante la necesidad humana, puede llegar a convertir ese deber cívico en un ritual necesario para que tengamos un rostro de democracia.
Hoy más que nunca se hace necesario reflexionar y revisar lo que Straka llama “nuestros valores sobre lo que es y debería ser una República”, para reencontrar allí las razones suficientes para no renunciar al voto como derecho político.
Para ello, es esencial que se abran los espacios para el encuentro entre partidos políticos, dirigentes, representantes electos y ciudadanos; además, entre éstos y las organizaciones que hacen vida en cada una de nuestras comunidades, pues cómo nunca antes, el país reclama que nos reencontremos y retomemos esos valores cívicos que son necesarios para la defensa de un espíritu ciudadano que tenga la capacidad de recuperar una democracia que funcione para todos.
Los resultados de las elecciones del pasado 16 de diciembre de 2012, brindan a la sociedad democrática una oportunidad única, que el tema de una eventual elección presidencial no debe opacar; me refiero a la posibilidad de abrir el debate nacional sobre el tipo de federalismo que somos y que queremos ser, y el diseño de descentralización que el país reclama.
El hecho que los resultados electorales confirmen que la mayoría de los Consejos Legislativos Regionales tienen una integración mayoritaria de representantes del oficialismo, abre las puertas para que desde ese espacio –en teoría- de representación popular, vaya impulsando el diseño Comunal, independientemente si hay o no elección Presidencial. El oficialismo por vía de los Consejos Legislativos Regionales tiene el camino abierto para demostrar que ese proceso de transformación del Estado es irreversible, pero la alternativa democrática tiene a su vez la oportunidad de demostrarles que eso no es así.
Como se ha advertido, desde los Consejos Legislativos Regionales, se pueden dictar leyes estadales que reorganicen territorialmente a los Municipios que integran el Estado; a tal fin, cada Estado tiene su propia Constitución y sus propias leyes, por lo tanto el debate que se debe abrir, si acaso se pretende tomar esta ruta política, exige un liderazgo regional y local conscientes de la enorme responsabilidad que tienen, pues este debate no se puede dar desde el centro del poder en Caracas, este debate debe responder a las realidades locales y deba atender a las exigencias formales que cada Constitución y cada ley estadal en su caso correspondiente exige.
Si los Consejos Legislativos Regionales toman esta ruta, deben respetar fielmente el principio del artículo 16 de la Constitución mediante el cual el territorio nacional SOLO se organiza en Municipios y a tal fin, los liderazgos locales y regionales deben exigirlo en compañía con los ciudadanos.
La existencia de una Mesa de Unidad, y de los lineamientos generales para un Gobierno de Unidad, la existencia de alcaldes electos por primarias, además de una elección municipal pendiente, son ingredientes que permiten construir un camino hacia la identificación de los consensos necesarios sobre nuestro diseño Federal y Descentralizado, que contribuya al debate regional y local, logrando con ello no imponer un pensamiento único, por el contrario, PERMITE construir una visión compartida del diseño de Estado que el país reclama.
Además, si el oficialismo no toma esa ruta, de todas formas las dos visiones de país se reencontrarán en las elecciones Presidenciales, cuando éstas se den, o en su defecto en las elecciones municipales, ¿cuál será primera?, sólo las condiciones físicas y mentales del presidente podrán determinarlo.
La incertidumbre con las fechas electorales, no deja sin efecto que el eje central de estos procesos electorales es la definición del modelo del Estado. Por lo tanto mirar hacia las elecciones Municipales es una necesidad para poder desde la base de la organización política y social, proponer un proyecto alternativo de organización que se contraponga al Poder Popular, que además, no es inventado, sino que por el contrario es la raíz de esa República, que aún no logramos concretar desde 1811.
Hoy el país no nos permite dedicar los esfuerzos sólo a esperar al 10 de enero para apostar a un proceso de elección presidencial “express” como alternativa para que con el voto se recupere una democracia incluyente y por ende plural, que funcione para todos.
El tiempo histórico nos exige iniciar un debate desde los municipios, desde las regiones, es decir, desde abajo hacia arriba, que alimente de contenido concreto y específico un proyecto alternativo de país, con el que el ciudadano se identifique, y que esté inspirado en el Estado Federal y Descentralizado que aprobamos legítimamente en el año 1999 y que ratificamos el 2 de diciembre del 2010.
Si desde el año 1810 estamos convocando elecciones y hoy a 200 años estemos en un debate sobre el diseño de Estado para el país, tal vez, lo que Venezuela exige hoy, es que alimentemos nuestra tradición electoral con participación ciudadana, que aprendamos de una vez por todas, que la figura de un Caudillo y la simple participación electoral, no resuelve los problemas de fondo de nuestro país, y por lo tanto que desde la participación, acompañemos a los partidos y éstos a su vez a la misma ciudadanía en la tarea única de recuperar el espíritu de la Democracia a través de la construcción de la ciudadanía desde abajo hacia arriba, a través precisamente del debate cívico, pacífico y constructivo del país que todos queremos.
Carlos Romero Mendoza.
@carome31
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